miércoles, 1 de diciembre de 2010

Those Were Days (Pt II)

Verarge mir es nicht, Melancholie,
Dass ich die Feder, dich zu preisen, spitze,
Und dass ich nicht, den Kopf gebeugt zum Knie,
Einsiedlerisch auf einem Baumstumpf sitze.




No te enojes conmigo, melancolía,
porque tome la pluma para alabarte
y, alabándote, incline la cabeza
sentado sobre un tronco como una anacoreta.
Así me contemplaste ayer, como otras muchas veces,
bajo los matinales rayos del cálido sol:
Ávido el buitre graznaba en el valle,
soñándome carroña sobre madera muerta.

¡Te equivocaste pájaro devastador,
aunque momificado descansara en mi leño!
No viste mi mirada llena de placer
pasear en derredor altiva y ufana;
y cuando insidiosa no mira a tus alturas,
extinta para las nubes más lejanas,
se hunde en lo mas profundo de sí misma
para radiante iluminar el abismo del ser.

Muchas veces sentado en soledad profunda,
encorvado cual bárbaro oferente,
pensaba en ti, melancolía,
¡penitente, pese a mis pocos años!
Sentado así me complacía el vuelo del buitre,
en estruendo de la avalancha,
y tu, inepta quimera de los hombres,
me hablabas con verdad, mas con horrible y severo semblante.

Acerba diosa de la abrupta naturaleza,
amiga mía, te complaces en manifestarte a mi alrededor
y en mostrarme amenazante el rastro del buitre
y el goce de la avalancha para aniquilarme.
En torno a mi respira enseñando los dientes
la apetencia de muerte:
¡torturante avidez que amenaza la vida!
Seductora sobre la inmóvil estructura de la roca
la flor suspira por las mariposas.

Todo esto soy -me estremezco al sentirlo-:
mariposa seducida, flor solitaria,
buitre y rápido torrente de hielo,
gemido de la tormenta -todo para ensalzarte,
fiera diosa, ante quien profundamente inclino la cabeza,
y suspirando entono un cántico monstruoso de alabanza,
solo para ensalzarte, ¡que con cordura
de vida, vida, vida este sediento!

No te enojes conmigo, divinidad malvada,
porque con rimas dulcemente te orne.
Aquel a quien te acercas se estremece ¡oh rostro terrorífico!
Aquel a quien alcanzas se conmueve, ¡oh malvado derecho!
Y yo aquí estremeciéndome balbuceo canto tras canto
y me convulsiono en rítmicas figuras:
fluye la tinta, salpica la pluma afilada,
¡oh diosa, diosa déjame - déjame hacer mi voluntad!



F. N.








Definitivamente, ya no existe ese bar, ahora lo ha substituido un lugar donde la gente se junta para hacer ruido mientras come como un cerdo; ha perdido toda elegancia que pudiera tener.
Melancolía es lo que siento al pensar que somos lo que somos gracias a que existió aquel sitio, que no era nada del otro mundo pero era, al menos para nosotros, el sitio más especial del mundo. Con diferencia el mejor de la zona, donde podías disfrutar tranquilamente de una noche con tus compañeros sin tener que dudar de la tranquilidad del lugar, la música ni muy fuerte ni demasiado baja; la luz, la mínima para poder leer; la gente de siempre; camarero, lo de siempre; la única rutina que considero y consideraré buena.
Muchas gracias por todo y hasta siempre.